24 abril 2015

Asignaturas pendientes de la literatura Cubana


Por: Jorge Luís Peña Reyes el 23 de Abril de 2015.




Con el inicio del Encuentro de crítica de literatura para niños y jóvenes hoy en Puerto Padre, se intensifica en autores del género, un deseo de confrontar criterios y miradas de aquellos temas que sin ser nuevos, exigen mirarlos desde una óptica más reflexiva, con el propósito no de sentar cátedras, sino de despojarnos de viejas maneras para asirnos a posibilidades que son parte de la sociedad cubana y que pueden interesar más allá de las fronteras nacionales.

En la búsqueda de nuestra identidad, tenemos que asumir que muchas son las deudas que los cubanos tenemos con determinados temas que no han sido debidamente apoyados o que por el contrario su abuso en la asunción de ellos  terminó por crear una especie de rechazo que todavía perdura y que son hoy marcas más  o menos visibles que nos permiten comprender  determinadas generaciones y examinar sus modos y tendencias. Ya lo dijo el dominicano más brillante de nuestras guerras emancipadoras Máximo Gómez Báez: el cubano cuando no llega se pasa.

Cuba es de los países latinoamericanos que menos aborda la cuestión de sus esencias aborígenes. No se trata, en mi opinión, del exterminio que algunos libros recalcan cuando dicen que ya en 1517 las poblaciones nativas habían desaparecido, sino de una orfandad del asunto desde lo académico y su pobre inserción en el  aspecto cultural, no así y por contraste lo relacionado a la africanía que nos hizo creer, gracias a la poderosa influencia de Fernando Ortiz, que todos teníamos de Congo o de Carabalí como resumiera con síntesis Nicolás Guillén. Yo nunca tuve contacto con las religiones africanas, con su música ni con sus bailes. Aunque parezca reduccionista no tengo por qué reflejar estas cuestiones en mi literatura, diría, como parte de mis inquietudes esenciales, aunque asumo esa herencia cultural a través de rasgos y contactos, que deben nutrir mi quehacer literario, alejado de esas modas y a la pobre imagen Cuba, de bodeguita del medio, que muestran a la mulata voluptuosa con su trapo amarillo en la cabeza, sus gangárreas y su correspondiente tabaco.

¿Qué puede encontrar el niño cubano sobre Hatuey, el primer mártir cubano? ¿Qué hay de sus behíques, de su religiosidad propia,  de  la riqueza de su lengua, de sus costumbres?

¿Cómo es posible  que las leyendas campesinas de los años cuarenta del siglo pasado, como atestiguan las de Fernando García Grave de Peralta, tuvieran presente toda esta cosmogonía y que medio siglo después pocos libros concatenen estos hechos para una comprensión mayor de nuestra nacionalidad?

Guanimiquinaje de Pedro Péglez, publicado en Ecuador y otros escasos títulos existen en un país y en un territorio que tiene sitios arqueológicos a flor de tierra, como es el caso de Socucho 1 y Socucho 2, cerca del sitio en el que desde el año 1937 se defiende como el lugar por donde llegó Colón.

Conviene estudiar todo ese universo  para que se convierta en una esencia nutricia y tal vez salga con toda su fuerza como pieza literaria o en un libro con toda esa belleza que nos estamos perdiendo. Pongo a disposición un texto de Fernando García Grave de Peralta de su libro inédito Leyendas campesinas, terminado en 1950:

Ocón, la tierra que siempre había existido, estaba rodeada de una absoluta sombra que la cubría completamente. Io la había sacado de la hoguera que conservaba  como recuerdo del principio de todas las cosas.

Y aquella tierra que estaba suave y caliente como la cera desleída por el  sol, cabía en el hueco de su mano, entonces  Io la tomó y trató de redondearla  a su antojo hasta que de su frente brotó un copioso sudor provocado por el trabajo y la  proximidad del fuego. El  agua  cayó  sobre sus ojos y le impedía  ver su obra, por eso con la otra mano escurrió  su frente, y esas son las aguas que hasta hoy salen de quienes trabajan, y que en aquel entonces  inundaron  abundantemente lo creado, subían y bajaban con furor por todas partes hasta  formar  una gran masa, pero en ellas no había vida.

Las aguas amenazaban con destruir lo hecho. Todavía estaban demasiado tiernas aquellas partes de Ocón que Io sacaba de sus manos. Muchas porciones se deshacían hasta desaparecer  en medio de las aguas enfurecidas. En otras partes se hicieron grandes cuencas donde las aguas no llegarían  jamás. Había que endurecer la tierra, sacar de ella la vida que se mueve.

Entonces Io con todo su poder, alzó su mano izquierda e hizo salir de ella  una inmensa ave blanca de grandes ojos que podía ver las extensiones a un lado y otro en medio de las tinieblas.

Como el ave no encontraba donde posarse porque la tierra todavía estaba blanda, voló sin cesar y el movimiento de sus alas produjo la brisa, los céfiros y los fuertes vientos que finalmente  secaron y enfriaron la tierra. Por eso el ave  mereció de Io el privilegio de hacer su vida en medio de la densa oscuridad y de observar todo lo que existe en el mundo.

Sin duda el tema aborigen en nuestra literatura para niños es una de las asignaturas pendientes en su abordaje.

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