24 mayo 2014

Los salmos repartidos

Los salmos repartidos
Por Jorge Luis Peña Reyes

Pocos libros tienen hoy la acogida crítica de Los Salmos oscuros del poeta radicado en Puerto Padre Frank Castell González que publicó recientemente ese poemario en la editorial Oriente.
Esta prestigiosa cada editora  nomina el volumen al Premio de la Crítica que es además uno de los más importantes galardones que ofrecen los lectores y especialistas cubanos.
Varios son los que se acercan al libro número seis de Frank, una propuesta sólida y fresca con todo el aliento de los grandes poetas. 
Sobre el presente texto dice Gustavo Alonso Curbelo, presidente del comité municipal de la Unión de escritores y artistas de Cuba en Puerto Padre    
“Cuando Frank Castell viene al verso, despojado de toda armadura, las palabras obedecen los mandatos, y obedientes se internan en el reino para indagar  en la verdad como concepto y llevar a los confines los mensajes de los ancestros y de los contemporáneos también.
La poesía de Frank sabe a máximas de anciano de la tribu. Como si para asomarse a la enredadera de las experiencias no necesitara en el oficio, con tan poca edad literaria, la sabiduría que da la vejez y el tránsito por la vida azarosa. Se acompaña de una filosofía personal que no teme desnudar estados de ánimo y sentimientos. Puede ser rebeldía por el ahogamiento que le provoca la realidad inmediata a un hombre común, empecinado en desentrañar las cábalas que a cada paso surgen ante las obligaciones terrenales”.
Encuentro en estos poemas breves una contención sugerente y universal como si lo cubano se extendiera hacia mundos  inescrutables y me hallo en cada uno de estos reclamos existenciales como quien camina a orillas del mar e intenta ser cronista de su propio sentir.
Frank dice en un de sus hermosos textos: Qué falta me hace caminar sobre una cuerda. Dejar el pecho a la deriva y no pensar en el residuo que el ayuno deja.  Qué falta le hace a mi dolor un verso o un antifaz para romper esta costumbre.
Uno de los  elementos en que todos se hacen una sola voz  es la honestidad de Frank a la hora de marcar su camino y eso se respira en cada uno de sus textos. Sobre el tema se refiere el poeta cubano Alberto Marrero: 
“Frank Castell conoce muy bien las terribles paradojas y otras veleidades de la existencia. No cierra los ojos ante ninguna realidad, por pintarrajeada que aparezca. Su poesía refleja la madurez de un hombre que no desdeña el dolor humano ni trafica con panaceas de inocencia.  Por eso no miente. Por eso sus poemas convencen sin necesidad de recurrir al artificio ni a la típica verborrea de los mediocres”.
Se nota en este libro una evolución, una madurez, una búsqueda contenida que va al verso libre sin ambages y sin temor a que el nombre de Dios tan recurrente en los últimos tiempos no sea un modismo, sino una necesidad existencial  auténtica.  
El escritor holguinero Jorge Luis Sánchez Grass comenta:
“Los Salmos oscuros de Castell sobrellevan los afluentes del futuro, la libertad y la luz como sinónimos permanentes. Los lectores de su poesía encontramos en este cuaderno un ascenso vertiginoso y un grado superior de madurez y perfección literaria, llena de referentes y de caminos que conducen a otras lecturas enriquecedoras, como suele suceder con la buena literatura”
Entre los poetas que sacuden las esencias de Frank está el poeta Heredia, en esta complicidad el joven creador  dice en un fragmento de sus piezas Heredia y yo:
.…”Tú elegiste el odio
cuando elegiste ser el Niágara infinito,
cuando en las tierras,
extrañas como luces,
sentiste que Dios
borraba tu silencio”…

Muchos lectores agradecen estos auténticos Salmos en el que el dolor es testimonio de una incertidumbre dolorosa en el que muchos encuentran una luz repartida y esperanzadora. 
Quiero terminar este collage que reúne algunas atentas miradas con el criterio de la autora mexicana María García Esperón:
“Salmos oscuros es un libro inquietante, un libro que nos impone la lentitud de un tempo de calvario. Se juega la vida por el verso y en él. Sacraliza, oficia y derrama sus libaciones de palabra. Clama. Perdona. La arena infinita de la playa nombrada por este Adán es nuestro reloj cósmico. El poeta nos ha entregado su palabra. Sobre ella sopla el viento de la creación. Y en ella, salmo oscuro, el profeta nos deletrea el Nombre impronunciable”

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