13 octubre 2011

Puerto Padre tiene cosas que nunca tuvo Bariay

Placa en Bariay
Con el sí de Isabel la Católica inició una de las grandes hazañas de la
marinería de todos los tiempos. Tres calaveras zarpaban desde el Puerto de Palos con el fin de descubrir el Nuevo Mundo. El genovés Cristóbal Colón encabezaba una tripulación de inexpertos marineros, en su mayoría reclusos y borrachos, pero él, bajo la tutela de monjes dominicos recibió, durante meses, la más completa formación de navegación que entre otras disciplinas incluía cartografía, geología y astrología, útiles materias para ubicarse en la vasta mar.
Desde el año 36 del siglo pasado, una decena de investigadores e incluso varios libros sobre el tema, apuestan por la posibilidad de probar que Puerto Padre es el primer contacto que tuvo Colón en Cuba, aunque la historia apunte hacia Bariay por más costumbre que probatoria científica.
El más reciente estudio del puertoparense Raymundo Betancourt Alvero, nieto y bisnieto de dos defensores de la hipótesis, recoge varios elementos que elevan a más de trescientas cuartillas la investigación.

No pretende Raymundo desvirtuar la llegada por Bariay, solo intenta probarde acuerdo a la toponimia, los hallazgos arqueológicos, la geografía, de las descripciones del diario de navegación del Almirante y otras evidencias científicas, la posible llegada de la Niña, la Pinta y la Santa María por esta costa del oriente cubano.
Debido a esta formación, estudiosos del tema no dudan en creer que Cristóbal Colón echó el ancla en un lugar donde no existiera peligro para que se trabara en las rocas ni encallara, y donde se permitiera el
barlovento, no precisamente en Bariay que distaba mucho de la Ría que Colón manifestaba en su Bitácora.
Hay en Puerto Padre un grupo de especialistas entregados a aportar elementos que considerará luego un equipo de expertos del Centro de investigación de tecnología y medio ambiente para encaminar la
investigación hacia rutas certeras.
El propósito de exponer estas razones ante el consenso de especialistas incluye una revisión multidisciplinaria de lo escrito, la actualización de nuevas pruebas en las que la arqueología tiene un peso importante, pues se han ubicado hasta la fecha nuevos sitios que son vivos testimonios del encuentro entre las dos culturas.
La historia pretérita de Cuba aportará al presente un punto considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad sin ambages ni pretensiones turísticas más allá del beneficio que en materia de satisfacción puede recibir la comunidad donde se enclava el mismo.

Pocito de Puerto Padre
Entre los indicios que muestra Betancourt Alvero se encuentran:
La imposibilidad de arribar a la Bahía de Bariay desde los Cayos Jumentos, sitio identificado como el punto de partida de Colón, debido a las corrientes marinas y gracias los cálculos vectoriales que hoy pueden realizarse.
A esta evidencia se agrega que las descripciones que realiza Colón cuando narra un terreno llano, no se ajustan a la geografía de Bariay con farallones de más de veinte metros de altura y sí con Puerto Padre desde donde coinciden varios puntos descritos sin necesidad de forzar el sistema de medidas que usó el marinero genovés y que hoy no tiene equivalentes precisos.
Condiciones históricas y falta de apoyo de las autoridades puertopadrenses, considera Betancourt, no han ayudado hasta el momento en el reconocimiento del Puerto del Padre como puerto prístino cubano.
Solo queda la asunción del tema por un equipo de estudiosos que corrijan todo lo que entorpezca el consenso de los investigadores y al fin triunfe una verdad de la que nadie pueda rascarse las sienes. No es tarde para el esclarecimiento de estos asuntos que atraen a personalidades foráneas comprometidas con la tesis y con el apoyo documental que tanto se necesita.
Y al fin mostrar evidencias sobre le encuentro de las dos culturas, porque Puerto Padre tiene cosas que nunca tuvo Bariay.

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